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No quiero sentirme vulnerable. ¿Qué hago?

Hoy quiero contarte una historia...

Cuando tenía 11 años, recuerdo que fui una chica de pocos amigos, con 1 o 2 me bastaba.

En la secundaria, recuerdo que el grupo de niños líderes, molestos y bullies, se pararon en las bancas y con el salón en silencio confrontaron una idea mía o algo con lo que no estuve de acuerdo… no recuerdo qué era; lo que sí recuerdo es que uno de ellos dijo:

-“Vamos a hacerle la ley de hielo a Andrea, esperen… de hecho no le hablamos nunca.”- Todos se rieron.

Me sentía vulnerable por no encajar, por sentirme sola, rechazada, con ganas de llorar, humillada y más sentimientos negativos.

-“Aunque tenía a mi amiga Karla, amistad que aún conservo”-

Tal vez te parezca exagerado, pero para una niña de 11 años así era, y para una adulta lo sigue siendo, solo que ahora lo vemos en la familia, trabajo, con nuestros procesos, enfermedades y situaciones.

Los ángeles me han mostrado que ahí en ese salón o en el lugar donde te encuentres, está tu fuerza. En ser esa niña tranquila que no participaba en cosas que no deseaba, que aceptaba que no era popular sino auténtica, ahí radica mi fortaleza y la tuya.



¿Cómo la abrazo?

Observa tu debilidad, no huyas, reconoce tu sentir y sé amable contigo, no te critiques por sentirte así.

El tiempo que tú y tu vulnerabilidad compartan, creará el puente para ver sus bondades, aprendizajes y otra perspectiva que hará que veas este sentir como una fortaleza.

¡Tus ángeles te abrazan desde siempre, únete tú también!
 

 

Con amor,
Andy y tus ángeles. 

 



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